miércoles, 23 de julio de 2014

Emociones


Estar a punto de tomar el desayuno y no poder contener el llanto ante esta hermosa canción que suena por la radio. Efectivamente, creo que ya está claro que vuelve a haber tal caos en mi interior que tengo los sentimientos a flor de piel. Suele ser un síntoma bastante inequívoco cuando me emociono con cualquier tontería. Ahora bien, llegar hasta el extremo de no poder contener las lágrimas... Eso ya hace saltar las alarmas. Supongo que es uno de los efectos secundarios de la reciente instrospección a la que me he visto sometido, que unido a todo el lastre que he ido acumulando durante los últimos meses me vuelve a colocar en una situación emocional delicada. Pero bueno, así suelen comenzar esos puntos de inflexión en que de una manera u otra nuestra vida cambia de manera drástica. Y no dudo de que llevo pidiendo desde hace tiempo un cambio en mi vida a gritos. Cada vez veo más claro que no he llegado a curar esas heridas abiertas que tanto me han dañado, simplemente las maquillé para poder olvidarme de su existencia. La situación apenas ha cambiado, solamente lo ha hecho mi forma de afrontarla. Quizás sea hora de aprovechar para tratar de dar el siguiente paso y encontrar solución a esos problemas que llevo arrastrando desde hace tiempo. 


sábado, 12 de julio de 2014

Can you feel the love...

Hoy toca una nueva canción para esta nueva sección. Canción Disney, como no. Otro clásico esta vez, o según muchos, El Clásico. Estoy hablando de esa gran película que es el Rey León. Una película en la que desde luego la banda sonora juega un gran papel. Y entre todas las fantásticas canciones con las que podemos disfrutar, me decanto hoy por la romántica Can You Feel the Love Tonight.

¿La razón? Bueno, básicamente que no puedo dejar de sentir todo el amor que me rodea. Desde parejas de manos entrelazadas, pasando por esos tiernos besos de despedida pero con promesa de vuelta, hasta las demostraciones más apasionadas aisladas en un universo propio. Allá donde voy, allá donde miro, el amor siempre sabe hacerse notar. Especialmente a mi alrededor, donde parece haberse hecho un hueco en los corazones de todas las personas que me son más cercanas. Pero sobretodo, el lugar donde más fuerte siento el amor, es encerrado en mi interior luchando por escapar y poder volar libre. Pero cada vez que se abre la puerta de su celda no tarda en volverse a cerrar, ocultando tras ella todas las dulces promesas y dejando tan sólo una amarga desilusión. El amor brota a mi alrededor mientras yo sigo enterrado, luchando por poder salir a la luz del sol. Pero cada nuevo intento acaba en fracaso, desorientándome aun más de forma que ya no reconozco ni la dirección que debo seguir.

Seré honesto: la verdad es que siento una gran envidia cuando veo como todas las personas cercanas van encontrando con quien compartir preciosos momentos mientras yo sigo arrastrándome de desilusión en desilusión. Me cuesta ver esas muestras de amor que me recuerdan el vacío en mi interior. Pues solamente recuerdos quedan en mi interior, el recuerdo de un amor que voló más allá de mi alcance. Y allí donde una vez hubo un río de hermosos sentimientos y momentos inolvidables, solamente permanece un lecho vacío regado frecuentemente con lágrimas de melancolía. Y de vez en cuando el miedo se apodera de mí; el miedo a que el amor florezca a mi alrededor mientras yo me marchite sin poder encontrar ese rayo de sol que me haga crecer fuerte y feliz. Miedo a no encontrar lo que me falta, a tener que caminar siempre con el gran peso de este vacío. Miedo en definitiva a la soledad.

Pero aunque la melancolía trate de ahogarme en su asfixiante abrazo, no puedo olvidar que en estos momentos de desesperación es cuando más necesario es recuperar la mirada que da nombre a este espacio mío. Pues la vida no es más que la repitición de un ciclo, con momentos disfrutando en lo alto del mundo y momentos luchando por salir del profundo abismo. Y por muy duros que sean estos últimos momentos, por mucho que duela mientras el fuego de la realidad nos calcine, llegará el momento en que de nuestras cenizas resurgiremos con la fuerza que nos otorga haber sido capaces de vencer a la oscuridad. En el fondo de mi interior sé que por mucho tiempo que tenga que aguantar los embates de la soledad llegará el día en que podré por fin levantar la cabeza y encontrar la pieza que falta para completarme. Y cuando ese día llegue, los largos días perdido en la oscuridad se recordaran como un instante ante la eternidad que dura cada segundo en los brazos del amor.

Pero... ¿hasta que llegue ese día? Poco se puede hacer. Vivir, aprender, llorar y reir. Aguantar con esperanza e ilusión. Alegrarme de poder sentir el amor que lo impregna todo, pues sin amor el mundo sería un lugar gris y vacío. Y al fin y al cabo, por mucha envidia que pueda sentir, ¿que hay más agradable que ver esa sonrisa de felicidad en el rostro de aquellas personas a las que tanto aprecias?

Recuerda que no sólo sientes el amor a tu alrededor, si no en tu interior también. Pues aunque las personas puedan abandonarte, el amor jamás lo hará. Aguardará, dormitando silencioso hasta el día en que estés preparado para volver a recibirlo. Entonces saldrá de su escondite y bombeado a través de tu sangre tomará cada parte de tu ser y te permitirá volar libre y feliz. 



sábado, 5 de julio de 2014

Autotortura

¿Que tiene la mente humana que se siente tan atraída por torturarse una y otra vez? ¿Por qué nos cuesta tanto olvidar y tan poco recordar aquello que ya sólo nos hace daño? ¿Por qué es tan difícil seguir adelante en el camino sin detenerse a cada paso para mirar atrás?

Hoy es sin duda un día tonto. Supongo que en parte debido a esa sensación de vacío que me acompaña desde hace demasiado tiempo, espoleado por el estrés generado por un trabajo que cada vez me aporta menos y por la frustración de no sentirme avanzar, de no encontrar meta alguna que haga soportable tanta angustia. Y el resultado, la trampa en la que siempre vuelvo a caer. Una canción hermosa, pero triste. Un nombre, una cara. Y me rindo ante la tentación. Comienzo por fotos, pocas por suerte gracias a la dolorosa limpieza que me vi obligado a hacer para protegerme de mí mismo. Pero luego llegan los escritos... Y de repente me veo de nuevo en el pasado, recordando los buenos tiempos emborronados por las lágrimas que no dejan de manar. Pues las letras son muy poderosas, bien lo sabemos. Y cada frase se convierte en una imagen, un sentimiento, un anhelo, un llanto...

Y recogo unas gracias que nunca llegaron a decirse pero jamás se perdieron. Y pienso cuanto ha cambiado todo, me pregunto qué pasó con esa sonrisa que ahora pocas veces se digna en aparecer y cuanto bien estaré dejando de hacer por haber perdido esa contagiosa alegría que una vez me inundaba, aún incluso en los malos momentos...

Y siento ese momento del que nunca fui consciente, unos ojos que por un momento reflejaban unos barrotes que nos atraparon irremediablemente en algo que ninguno sospechábamos. Y le pregunto en mi cabeza... al final... ¿crees que valió la pena?

Y oigo su llanto, siento sus fantasmas, me entristezco con su dolor.

Y recuerdo las charlas, los besos, los abrazos, tantas promesas sin cumplir... Y vuelvo a ver su sonrisa, su mirada, su cuerpo... 

Y me doy cuenta una vez más de lo injusto que he podido llegar a ser. Es cierto que el doloroso silencio no fue una imaginación; demasiadas cosas quedaron sin decirse. Aun así... una vez más veo lo que en mi cegera no pude ver en su momento: cariño, confianza y un amor tan claro que parece imposible haber podido dudar de su existencia. Y aunque jamás me lo haya dicho, en el fondo sé que a pesar del triste final ella también recuerda con cariño esos tiempos. Sé que al igual que yo no se arrepiente de nada de lo que pasó. Y al final reconozco que quizás no fuera el segundón que creía.

Pero ante todo hay algo que no puedo evitar: maldecirme por no haber sabido cuidar lo mejor que jamás me haya pasado en la vida. Maldecir mi infantilidad, mi falta de experiencia, mis miedos y fantasmas, mi falta de esfuerzo... Maldigo no haber sabido todo cuanto conozco ahora, no haber podido dar lo mejor de mí. A veces trato de convencerme de que jamás hubiera funcionado, de que somos incompatibles y por lo tanto nuestro final era previsible. Pero sigo sin poder detener esos hermosos sueños en los que algo sucede y se nos presenta una segunda oportunidad. Y esta vez, aprendidos los errores del pasado, logramos mantenernos juntos a pesar de todas las visicitudes de la vida. Deseos de un futuro improbable en el que me despierto cada mañana ante unos preciosos ojos verdes que llenan todo mi mundo, un futuro en el que la felicidad tiene la forma de su sonrisa, un futuro en el que quizás se me permita llorar de amor a su lado con una pequeña criatura de ojos verdes en mis brazos... Pero me temo que estos sueños solamente sueños son. Mas no importa cuanto trate de pasar página, cuanto trate de luchar, mi mente siempre vuelve a torturarme. Y ya no encuentro fuerzas para resistirme...


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...